El alumno debe situarse en un lugar donde pueda oír y ver con claridad al profesor, y a la vez, participar de todo lo que ocurre en el aula, relacionándose también con sus compañeros. Se recomienda el uso de ayudas técnicas conectadas a sus audífonos, que facilitan que la voz del profesor y la de sus compañeros le llegue con la mayor claridad, reduciendo los ruidos del entorno. Y utilizar recursos de apoyo como materiales escritos, audiovisuales, esquemas…. Es importante también que el profesor se asegure de que el alumno ha comprendido sus explicaciones.
Una vez realizada la adaptación de audífonos, es fundamental iniciar una
intervención logopédica especializada que se centrará en estimular la capacidad auditiva que los niños pueden obtener a través de sus audífonos y la adquisición y desarrollo del lenguaje. El logopeda facilitará a los padres estrategias de comunicación que les permitan establecer con sus hijos interacciones comunicativas de calidad, en las que el niño participe activamente y vaya dando significado a todo lo que está oyendo, porque el lenguaje se adquiere interactuando con el entorno. Por eso es importante que todas las personas que interactúen con el niño (familia, profesores…) tengan presente que aunque utilice audífonos y se comunique oralmente, pueden aparecer dificultades de comprensión en distintas situaciones acústicas.
La audición es la vía principal de estimulación para adquirir y desarrollar el lenguaje, por eso, si la pérdida auditiva está presente desde las primeras edades, los niños pueden tener dificultades importantes para el desarrollo del lenguaje, para el aprendizaje y el rendimiento académico y para sus relaciones sociales. De ahí la importancia de disponer lo más tempranamente posible del diagnóstico realizado por un médico otorrinolaringólogo, para determinar el tratamiento más adecuado (médico, quirúrgico, protésico…) y si precisa, una intervención logopédica especializada.
En primer lugar, si se sospecha que el menor tiene pérdida auditiva, tanto por parte de la familia como por los profesionales implicados en su educación, deben de acudir al pediatra para que lo deriven a un médico especialista, el otorrinolaringólogo (ORL), que le realizará un diagnóstico. Tras la visita al ORL, le derivarán a un centro auditivo para que le hagan las pruebas complementarias y poder recomendarles una solución a las necesidades detectadas.
Si los valores de la audición están entre 0-20dB se corresponde con audición normal, por lo que a partir de los 20dB se considera hipoacusia. El tipo y el grado de pérdida determinarán cuál es el tratamiento a seguir para poder mejorar la calidad auditiva, la comprensión y la inteligibilidad del habla.
La hipoacusia es lo mismo que pérdida auditiva, esta puede presentarse en ambos oídos o en uno, habiendo distintos tipos y grados de pérdida. Según el momento de la aparición se clasifica entre prelocutiva (antes de la aparición del lenguaje), perilocutiva (entre los 2-4 años) o postlocutiva (después de la aparición del lenguaje). Según la localización de la lesión puede ser hipoacusia de transmisión o conductiva, de percepción o neurosensorial, mixta o central. Y según el grado de pérdida puede ser leve (21-40 dB), moderada (41-70 dB), severa (71-90 dB) y profunda (> 90 dB).
Siguiendo las normas de la Bureau International d’Audiophonologie (BIAP 1997)7, se clasifican según la intensidad del sonido más débil que puede percibir y hay 4 grados, leves (21-40 dB), moderadas (41-70 dB), severas (71-90 dB) y profundas (> 90 dB).